Piensa que es mucho más agradable lo genuino y lo real, mucho más que cualquier "Adorno" que tratemos de imponer a nuestra personalidad; además seamos honestos, la verdad es que fingir cansa, pretender que somos lo que no somos, es un engaño que casi siempre acaba por descubrirse y termina en desilusión.
Fingir no ayuda en nada para ser feliz.
"El que quiere parecer renuncia a SER", esta es una cita de Edmund Rostan, autor de la famosa novela Cyrano de Bergerac (Seguramente la recordarás); trata de un poeta espadachín, muy sensible y generoso, dotado de una monstruosa nariz y enamorado de su bella prima Roxana, y que al no atreverse a declararle su pasión por temor a ser rechazado a causa de su fealdad, se conforma con esconderse bajo su balcón y dictar desde allí sus frases de amor a Christian de Neuvillette, un joven cadete que también pretende a la joven.
El resultado... ¡Nadie fue feliz! Porque todo fingimiento, es falsedad, no sirve y al final solo causa problemas, desencanto y dolor, incluso a los que más queremos.
Las actitudes sofisticadas y estudiadas van en contra del don maravilloso que es la naturalidad. Hace bien observar y tratar de ser como los niños, es bella su conducta natural, cuando todavía no han sido contaminados con el fingimiento de los adultos. En la naturaleza no hay fealdad, todo es real, todo es bello. Aprendamos a apreciar lo que somos y como somos.
¡No tengas miedo, Se tu mismo!
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