En la prisa de la vida cotidiana, rodeados constantemente del concreto de las calles y edificios, el uso de la tecnología moderna, las fibras sintéticas, las comidas rápidas o las actividades de entretenimiento virtuales entre otras muchas cosas, han provocado que perdamos el contacto con la naturaleza.
Somos parte de la
naturaleza y por ello es que nuestro sistema nervioso e inmunológico reclama y
se manifiesta llevándonos a experimentar estrés, angustias, tensión,
enfermedades y un sinfín de molestias que nos provocan malestar y afectan en
forma negativa nuestro estado de ánimo.
Existen evidencias
claras de los beneficios de estar en contacto
con la naturaleza, y es recomendable programar con la mayor frecuencia
posible, actividades y momentos para descansar en algún espacio abierto,
rodearnos de vegetación, respirar de aire puro y fresco, saborear alimentos
naturales, darnos tiempo para observar la vida que crece a nuestro alrededor y
sobre todo para alejarnos de la agitación urbana.
Aprovechar las
vacaciones, los fines de semana o cualquier espacio de tiempo libre para
propiciar un rencuentro con la naturaleza traerá a nuestra vida un gran beneficio tanto en lo físico como en lo
emocional.
Es fantástico gozar
de unos días en la playa, en el campo o la montaña, pero si no se dispone de
suficiente tiempo una caminata por el parque puede hacer maravillas en nuestro
organismo.
Otras actividades
como andar en bici en el parque, realizar tareas de jardinería o simplemente un almuerzo en el jardín de la
casa o el prado cercano puede ayudarnos a experimentar una notable mejoría en la calidad de nuestra vida.
Por ello es que para ser feliz es aconsejable recargar nuestras baterías entrando en contacto con la naturaleza cada vez que nos sea posible, eso nos hará sentir alegres y de mejor ánimo para afrontar cualquier situación que se presente en nuestra vida cotidiana.
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