Muchas veces
nuestras actitudes se basan en suposiciones, en ideas que otros han plantando en nuestra mente, construyendo
creencias que pueden o no ser ciertas, pero que determinan en la mayoría de los
casos nuestra forma de actuar.
Cuando asumimos como
verdaderas algunas ideas que son negativas pueden impedirnos disfrutar de
muchas de las cosas buenas de la vida negándonos la oportunidad de tener
nuestras propias experiencias.
Por ello es
importante no especular y que dejemos que entren
nuevas ideas a nuestra mente, que sean producto de nuestra propia
experimentación, aceptando sugerencias de otros pero sin dar por hecho que aquello es una verdad irrefutable.
Yo recuerdo que de
niña me decían que los perros y los gatos jamás podrían ser amigos, o que
Piolín y Silvestre eran enemigos naturales por lo que el simpático gato de las
caricaturas perseguiría incansablemente al canario de la abuelita.
La naturaleza
pacientemente se ha empeñado en demostrarnos que las cosas no siempre son así,
y que para ser feliz, es bueno que dejemos que
entren nuevas ideas en nuestra mente.
He aquí un buen
ejemplo de esto.
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